Cine y literatura: llegar a Wilde de la mano de Víctor

Laura Valeria Cozzo, Fac de Filosofía y Letras (UBA)-IESLV “J. R. Fernández”

Sobre la importancia de la imagen

Observaba Irene Dussel : vivimos en una sociedad dominada por las imágenes: la televisión, la publicidad gráfica, Internet… De ellas se compone el lenguaje privilegiado por la cultura contemporánea, en tanto uno de los modos de representación más extendidos en la actualidad, mucho más aún que las palabras. Si el objetivo de la educación debe ser la inserción en la sociedad, ¿cómo aislar a las estructuras educativas negando la primacía de la imagen al limitar las fuentes de conocimiento a la palabra escrita? Como ya lo apreciaba Comenio en el Siglo XVII:
 “debe ser regla de oro para los que enseñan que todo se presente a cuantos sentidos sea posible, (…) puesto que los sentidos son fidelísimos proveedores de la memoria, la dicha demostración sensual dará por resultado la perpetuidad del conocimiento, esto es, que lo que cada cual sepa, lo sepa con constancia.”
La experiencia audiovisual se ajusta perfectamente a esta exigencia, en tanto una combinación atractiva entre imagen (vista) y sonido (oído), contrariamente a la frialdad de un texto escrito que podemos encontrar en un manual, el que, cargado de fechas a memorizar y estadísticas que se suceden unas a otras, sólo logra aburrir a los alumnos. Tal vez un cineasta sea un pintor que quiere narrar, como sugirió alguna vez Ricardo Piglia.  Cristalizados en el relato histórico, el cine parece dar vida a los hechos que relata. A pesar de que nos resulten lejanos en el tiempo y/o en el espacio, los acontecimientos pierden la frialdad de las que los dotan los anales históricos y cobran vida, hasta que empezamos a verlos más próximos a nuestra realidad. Porque, como apreciaba Dale, el cine “intensifica la realidad”  que queremos aprehender. Por ello, como señalaba Hyden White,  la única manera de explicar la historia es a través de una narración.

Puerta de acceso a otro tiempo y otro espacio

Estrenada en el teatro Saint James de Londres el 14 de febrero de 1895, The Importance of Being Earnest es una de las obras más personales e interesantes de Oscar Wilde, el célebre novelista, poeta, crítico literario y autor teatral de origen irlandés que vivió durante la época dorada del reinado de Victoria I. Si algo caracterizó a la era victoriana fue la estricta moral que se impuso: una serie de virtudes, como la honestidad y la laboriosidad, que apuntaban a la búsqueda ante todo de prosperidad material y otra serie de normas estrictas que obligaban a las clases elevadas a mantener las apariencias, pilar de sus valores para una aristócrata en decadencia frente a una pujante burguesía sedienta de poder político (ya ostenta el poder económico). Será esta moral la que duramente critique y de la cual se burle al mismo tiempo el teatro de Wilde, como un espejo que, deformándola por medio de la ironía y la exageración, intensificase la realidad que retrata a fin de hacer más evidente esta doble moral que está criticando, encarnándola en estos personajes. La obra pone en escena, a través de brillantes diálogos, los enredos que se ocasionan entre dos parejas de jóvenes, Jack y Gwendolyn, Algernon y Cecily. La idea de equívoco ya está en el título original, el cual podría traducirse como La importancia de llamarse (o de ser) Ernesto pero también, de manera literal, como La importancia de ser honesto. El efecto cómico reside en que, contrariamente a lo que la moral de la época dictaminaría, no es la honestidad la virtud a buscar en el hombre que se ama sino meramente su nombre: debe llamarse Ernesto.

“CECILY.- No debes reírte de mí, querido, pero desde niña soñé con amar a un hombre que se llamara Ernesto. […] Hay algo en ese nombre que parece inspirar absoluta confianza. Compadezco a las pobres mujeres casadas cuyos maridos no se llaman Ernesto.”

Por eso ambos mienten para conquistarlas al decir que se llaman Ernesto. Esto lleva a que, cuando se reúnan ambas jóvenes, se produzca una confusión al creer que están comprometidas con el mismo hombre. Pero todo el embrollo finalmente se resuelve y, casi con un deus ex máchina, Jack termina descubriendo no sólo que su nombre, en realidad, era Ernesto.

“JACK.- (…) me he dado cuenta, por primera vez en la vida, de la vital Importancia de Ser Honesto”. 

Si bien podemos leer la obra limitando nuestro disfrute a la apreciación del ingenioso estilo que caracteriza a este gran exponente del esteticismo cuya principal característica era la defensa del arte por el arte, no podemos dejar de lado el contexto de surgimiento de la obra, a la que ésta está refiriendo todo el tiempo y que está omnipresente en la caracterización de los personajes a través de sus parlamentos. Como ese momento histórico es tan lejano a nuestro presente, surge la necesidad de introducir a los alumnos en su conocimiento. Una estrategia didáctica más previsible sería recurrir a libros de historia inglesa sobre ese período. Pero, ¿y si probamos con una película?
Finalmente estrenada el año pasado, el film de animación Corpse Bride es la más reciente producción del cineasta estadounidense Tim Burton. Inspirada por un cuento tradicional europeo, la película cuenta la historia de un joven llamado Victor, que, por equivocación, desposa a una difunta, Emily,  cuando, en realidad, debía  hacerlo con una joven llamada Victoria, según lo que sus padres y los de ella habían acordado. La acción se desarrolla en dos mundos: el de los vivos, el de Victor y Victoria, es gris y triste, de una sobria melancolía; mientras que el de Emily, el de los muertos, el de la fiesta que nunca termina, muy colorido y alegre. Victor es hijo de unos vendedores de pescados, representando una clase burguesa enriquecida que quiere ascender socialmente y Victoria es la heredera de una vieja familia nobiliaria, que representa a una aristocracia empobrecida deseosa ante todo de guardar las apariencias y que anhela este enlace solamente como una manera de no caer en la bancarrota. La rápida aceptación del enlace con Lord Barkis, una vez que Victor desaparece, nos recuerda al interrogatorio al que Lady Bracknell somete a Jack acerca de sus ingresos, que parecen importarle más que lo que el joven sienta hacia su hija. Los vestidos de Victoria, por su parte, bien podrían haber sido usados por las jóvenes protagonistas mientras los trajes de Victor podrían haber lucido en los seudos Ernesto. Si bien no existen referencias históricas a este período de la historia del Reino Unido en la película que lo comprueben, la historia de Corpse Bride es posible contextualizarla en esa época y por ello nos es útil: porque no necesitamos que los alumnos sepan quiénes formaban parte de la Casa de Hannover ni dónde quedaba el palacio de Kensington, sino que puedan luego decodificar los chistes contenidos en la obra a través de tomar conocimiento de las reglas que regían esa sociedad. Tal vez, pensando en alguna reflexión de Piglia, porque la novela (y también el teatro) del siglo de Wilde estén quizás hoy en el cine de Burton.

A modo de conclusión

Más allá del disfrute de nuevas experiencias estéticas, el cine nos puede permitir traer al aula el pasado, pero no fosilizado en una compilación de fechas sino a través de una recreación que le dé vida, de forma tal que atraiga más la atención de los alumnos y les permita una mejor comprensión de los conceptos que queremos que lleguen a elaborar. Porque un film es revelador de información sobre una época histórica: su cultura, su moda, su moral… y ello lo convierte en una buena puerta de acceso a épocas lejanas.
Sin ser tan tajantes como Edison, inventor del cinematógrafo, quien afirmó que: “los libros serán pronto obsoletos en la escuelas”, o como Larry Cuban, el cual agregó más tarde: “los escolares serán instruidos pronto a través de los ojos. Es posible tocar todas las ramas del conocimiento humano con una película” , coincidimos con la afirmación del director de cine y docente de historia Javier Trímboli cuando dice que “la experiencia del cine no puede ser reemplazada por ningún libro” , como tampoco lo es la del libro. En tanto documentos de una época, libros y películas son dos maneras de asomarse al mundo, que no deben excluirse entre sí sino complementarse, en tanto ambas coexistentes en nuestra sociedad.


Vamos a leer algo más que Harry Potter: Una experiencia de trabajo.
Lic. Marcelo Bianchi Bustos

Leer es ir al encuentro de algo que está a punto de ser y aún nadie sabe que será
Italo Calvino

Como sabemos y sentimos nosotros, los que nos dedicamos a la enseñanza de la literatura,  el libro es una maravillosa herramienta que permite entrar en el mundo, en otros mundos, y leer la vida. Tal vez sería oportuno aquí recordar a Borges, quien decía que si él se tuviera que llevar algún objeto a una isla desierta, se llevaría tan sólo un libro ya que a partir de su lectura surgirían múltiples interpretaciones y  brotarían de su memoria todas sus lecturas anteriores.
Lo importante es tener en cuenta que leer cobra sentido en nuestra vida – y en la de nuestros alumnos – cuando lo hacemos con un propósito determinado, utilizando diferentes estrategias que deben ser aprendidas a lo largo de toda la escolaridad. Lo fundamental es lograr  que los alumnos (y por que no los docentes) recuperen el placer por la lectura literaria.
Lo que presentaré a continuación son algunas reflexiones derivadas de una experiencia áulica desarrollada durante el año 2003 en un 7° años de una EGB de gestión estatal ubicada en el distrito Del Pilar,  provincia de Buenos Aires.
Los profesores de Lengua y Literatura tenemos varios desafíos. Uno de estos es precisamente lograr que los alumnos adquieran el gusto por la lectura en la época de las imágenes, de la velocidad del conocimiento y de los placeres que entran por lo visual. Por supuesto que el intentar generar ese gusto por los libros y la literatura no es una actividad sencilla ya que para ser un buen lector, en principio hay que ser lector (de cualquier cosa) y a partir de ahí ir puliendo el camino para lograr que los textos leídos sean cada vez de mayor calidad.
Con este objetivo en mente me propuse jugar a atrapar al lector perdido adolescente entrando por otros caminos. En mi propuesta didáctica uno de los primeros temas que abordo es el análisis de publicidades. Pensando en una cuestión didáctica y que todo sirve, llevé al aula distintas publicidades, entre ellas la de la película de Harry Potter. Analizamos las distintas publicidades desde un determinado marco teórico y mi gran sorpresa (que no hizo otra cosa que corroborar lo que pensaba) fue que sólo conocían de la película esa publicidad y la televisiva, pero no habían visto el film. Por suerte pudimos ver la película y a partir de ella pudimos comenzar a entrar al terreno de la literatura. En el análisis hicimos de todo: desde resúmenes del argumento a análisis de secuencias y escenas claves, pero lo más importante fue que uno de los alumnos me propuso (¡oh, maravilla!) que leyéramos a Potter. Por supuesto que a pesar de lo cerrados que somos algunos docentes y reticentes a dejar entrar otras literaturas más masivas al aula, dije que sí (pues había participado el año anterior en un taller dictado por Alicia Salvi en la Editorial AZ donde reflexionaba sobre la lectura gracias a Harry) y después de planificar la forma de adquirir cuatro ejemplares para poder leer la obra ya que los alumnos pertenecen a una clase de muy pocos recursos económicos, comenzamos con la lectura. Lo que iba a durar aproximadamente tres meses, duró un poco más de uno y medio por el interés de los chicos y eso tan maravilloso que descubrimos en la lectura: engancho a todos. Lo que sucedió es que no sólo se leía en las clases de lengua sino también en la de sociales, artística y naturales. Los chicos y su entusiasmo hicieron que los mismos docentes se entusiasmaran por la obra y que la leyeran (también nos pasó lo mismo con dos de las madres que compraron el primer tomo y lo leyeron con sus familias).
El leer en distintos momentos (pero siempre en grupos por el número reducido de ejemplares) nos llevó a planificar la realización de una cartelera en la cual los alumnos iban escribiendo qué sucedía con la obra – acompañando esta escritura con dibujos y graffiti – que eran útiles para que los que no estábamos todos los días con ellos pudiéramos conocer el grado de aprovechamiento que tenía el libro y el grado de avance en la lectura. Por supuesto que, tal como lo dije anteriormente otros docentes comenzaron a leer la obra y pudieron hacer de multiplicadores en sus casas y en la escuela ayudaron a que el hecho de leer no sea tan solo un trabajo del profesor de lengua. Así, los profesores de educación artística incentivaron a sus alumnos para que expresaran a través del arte (y con los pocos elementos que tenían) lo que les despertaba la obra literaria, y la profesora de Ciencias Sociales realizó investigaciones junto con los alumnos sobre la edad media, la brujería, los magos , etc. Que se vinculaban con los lineamientos curricuñares para el cursos correspondiente pero que ella nunca había trabajado. Claro, lo que sucede es que Cuando leemos y escribimos ponemos en juego una serie de recursos y estrategias – y no otros- que hacen que ese acto sea único y que tenga importantes consecuencias para el conocimiento. Estas competencias que hay que poner en juego obligan al lector/ escritor a adentrarse en el tejido del texto mismo para hacerlo propio. Y eso sucedió, Harry se adentró en cada uno de los alumnos, tal vez por identificación, por estar, al igual que Harry, encerrados y no poder ser, debido a las crueldades del sistema, quien cada uno quiere en realidad, desplegando todo su potencial.
La imagen del héroe que es Harry me sirvió de excusa para presentarles a los alumnos a otros héroes de la literatura y les pude demostrar que hay otra literatura a pesar de no estar tan bien publicitada y que es tan (en realidad o más) interesante que el libro leído.  De esa forma entraron al aula Odiseo, don Alonso Quijano, del Asno de oro,  Merlín y el Rey Arturo, etc.
Lo importante creo que fue no cerrarse, ahí está el secreto, y saber que todas las excusas pueden ser puertas útiles para entrar al terreno de lo literario y crear en el alumno el gusto por la lectura y la recreación en su mente de otros mundos a partir de los mundos leídos y disfrutados.  Tal vez hayamos logrado con esta forma de trabajar, con esta idea que surgió de una necesidad, ir hacia el encuentro al cual hacía referencia Calvino en el epígrafe, que en este caso consistió en comenzar a leer y a disfrutar.