La afectividad: un nuevo acercamiento a la lectura

Prof. Marta de San Vicente; Instituto Superior de Formación Docente Nº 35.“Prof. Vicente D’Abramo”- Monte Grande.

Este trabajo intenta analizar las influencias personales, sociales y culturales sobre los procesos de lectura. Los docentes entienden que los factores afectivos tienen gran incidencia en la predisposición de sus alumnos a la lectura. Sin embargo, las influencias afectivas no parecen haber estimulado un interés similar entre los investigadores más recientes que no incluyen en sus estudios los temas de índole afectivo, tales como la actitud, la motivación y el interés. Una probable explicación de esta falta de acento en lo afectivo es la dificultad de investigar las variables afectivas; otra, es el énfasis exclusivo en las variables cognitivas que asumen las últimas corrientes de investigación.
A continuación, se pasará a considerar las formulaciones de distintas teorías en las que se estudia la relación entre la actitud y la lectura. Estos modelos son de los años 1976, 1985
 ( Fishlein-Ajzen, 1975; Ajzen, 1989; Ajzen y Fishlein, 1980 ) y el nuevo modelo que explica la influencia de la actitud en la lectura y su aprendizaje del teórico Grover Mathewson ( 1985) quien examina y reformula algunos conceptos anteriores, apoyándose en la psicología social.

Relación actitud- lectura

Se puede definir a la actitud, como “la disposición de una persona a responder favorablemente o desfavorablemente a un  hecho (...)” Ajzen (1989). La actitud está conformada por tres componentes: la evaluación, sería el componente cognitivo; el sentimiento, el afectivo y la presta disposición a la acción (leer), el componente conativo.
La intención  puede definirse como el compromiso con un plan para lograr uno o más objetivos en un tiempo más o menos específico en el futuro. La intención es el mediador entre la actitud y la lectura. La actitud hacia la lectura origina una intención de leer, que a su vez, lleva a la lectura misma. Se puede sintetizar de este modo:

 Actitud positiva                    Intención de leer                   Lectura

Motivadores externos y estado emocional interno

Los motivadores externos son los incentivos, los propósitos, las normas y los entornos ajenos a los lectores que ejercen una influencia en sus intenciones de emprender la lectura. Los incentivos energizan y dirigen la lectura ofreciendo objetivos deseables tales como buenas calificaciones o éxito en la vida futura. Los propósitos ofrecen objetivos tales como la lectura para buscar información, encontrar la idea principal de un texto, etc. Las normas son expectativas de comportamiento proporcionadas por los demás (“normas subjetivas” para la psicología social); por ejemplo, si se está en una biblioteca la conducta esperable es la lectura. (determinación del entorno). Las normas subjetivas también dependen de los grupos de referencia con los cuales se identifican las personas.
La actitud lleva a la lectura sólo si los lectores creen que su entorno social y físico es compatible con la actividad de la lectura. Los docentes, por ejemplo, realizan esfuerzos conscientes para influir en los lectores proporcionando metas e incentivos a la lectura.
Si bien los incentivos externos pueden llegar a considerarse como un control externo o soborno, según G. W. Allport (1961), con el paso del tiempo el comportamiento hacia la lectura iniciado por los incentivos externos podría volverse funcionalmente autónomo y convertirse en una recompensa personal.
El estado emocional interno es una influencia importante, ya que la lectura exige que se preste atención al flujo de ideas que se elaboran desde la página impresa. La reconstrucción del significado y las asociaciones de ideas dependen de que el lector enfoque su atención. Las emociones pueden facilitar la lectura si la construcción de significado durante la lectura va acompañada de la construcción simultánea de una emoción positiva. Las emociones son experiencias construidas en base a un análisis cognitivo y a una respuesta fisiológica (sistema nervioso autónomo). De aquí se puede inferir que los lectores reconstruyen no sólo los significados del texto, sino también sus propios sentimientos.

Motivación para leer

Algunos psicólogos ( Maslow, 1970) establecen distintas motivaciones: motivación de la autorrealización, motivación al logro y la motivación a la curiosidad.
La motivación puede definirse como la adquisición de condiciones que promueven la intención de leer. La motivación puede verse mejorada por actitudes favorables hacia la lectura, por motivadores externos y por estados emocionales internos. Podría decirse, entonces, que elementos de la actitud, tales como la creencia evaluativa de que la lectura brinda placer, o incentivos externos tales como las calificaciones contribuyen a la motivación para leer. Se define la motivación en términos de intención, por ejemplo, si un maestro dice que un alumno está motivado para leer, quiere decir que ha adquirido intenciones firmes de leer debido a una variedad de razones. Se espera que no sean sólo motivadores externos, sino que la motivación del alumno para leer se base en creencias evaluativas favorables, en sentimientos y en su disposición hacia el contenido. Entonces, su lectura se mantendría mientras que encuentre materiales adecuados y su energía no decaiga.
En el nuevo modelo la actitud se considera como algo dinámico ya que estimula el desarrollo de la intención de leer, que a su vez influye en el comportamiento hacia la lectura.
A partir de distintos experimentos se alcanzaron las siguientes conclusiones:
-           Los incentivos externos sustentan la intención de leer, sin importar si la actitud hacia el contenido es positiva o no.
-           Las creencias evaluativas son aquellas sobre la lectura de un libro determinado que tienen connotaciones positivas o negativas para una persona, por ejemplo, porque le interesa el tema que trata.

Los objetos de las actitudes hacia la lectura

Los objetos de lectura están relacionados con los contenidos, alguien puede tener una actitud positiva para algunas temáticas y negativa para otras. Es equivocado pensar que enseñar a los alumnos a disfrutar de un tipo de lectura los inducirá a que disfruten de otro tipo. Los proyectos que pretenden mejorar la actitud general hacia la lectura se centran en dos objetivos:
-           Mejorar las actitudes hacia la lectura de una variedad de contenidos y géneros.
-           Mejorar la capacidad general de lectura de los alumnos.
Cuando se tomaron pruebas de actitud de lectura se pudo observar que en las
escuelas cuyas acciones didácticas tenían un enfoque tradicional, los alumnos leyeron textos básicos con propuestas de actividades. En cambio, en el grupo de instituciones con un enfoque más individualizado leyeron libros seleccionados por ellos mismos de la biblioteca, por lo tanto las actitudes de los niños hacia la lectura fue más favorable ya que se incluyeron sentimientos, creencias evaluativas y alta disposición a emprender la lectura.
Esta experiencia explica la relación entre interés y atención. El interés puede definirse como una actitud favorable con alto grado de disposición a emprender la acción. El aumento del interés conlleva la mayor atención, mayor uso de las estrategias de lectura y una comprensión más profunda.

Conocimientos previos, sentimientos e influencia de la actitud

La actitud favorable hacia la lectura ejerce una influencia en la intención de leer, la intención de leer la ejerce sobre la lectura y de la lectura surgen ideas y sentimientos. Las ideas previas se utilizan para reconstruir el significado del texto.
En las ideas reconstruidas a partir de la lectura se incluyen no sólo los conocimientos previos relevantes sino también las nuevas ideas que resulten de la lectura. Los conocimientos previos en las mentes de los lectores participan en la reconstrucción del significado del texto y el significado reconstruido sugiere nuevas ideas afines. Estas ideas inducen sentimientos específicos, por ejemplo, la tristeza, la ternura, etc. El estado emocional generado por la lectura puede afectar el componente “sentimiento” de la actitud hacia la lectura de los lectores.
Por lo tanto, se puede concluir que la actitud positiva generada por las emociones y los conocimientos previos son facilitadores de la lectura y la comprensión lectora.

Persuasión y “conceptos latentes”

La persuasión y los “ conceptos latentes” afectan directamente las actitudes de los alumnos hacia la lectura. La persuasión afecta la actitud por rutas centrales o periféricas.
La persuasión por rutas centrales se basa en el proceso cognitivo del contenido de una comunicación persuasiva. Por ejemplo, el maestro persuade a sus alumnos a leer un libro porque el contenido les permitirá una mayor participación en la sociedad moderna. El docente está intentando establecer una actitud favorable mediante una ruta central.
Las comunicaciones persuasivas mediante rutas periféricas son expresiones que evocan sentimientos, pero carecen de permanencia, por ejemplo, la tapa atractiva de un libro. Es conveniente combinar los enfoques periféricos y el central.

Los “conceptos latentes” tienen una influencia directa sobre la actitud. Comprenden valores, metas y conceptos de uno mismo. Los valores pueden influir en las actitudes. Los valores en las personas reflexivas, atentas a sus orientaciones internas, inciden en la actitud. En cambio, los valores en las personas irreflexivas tienen poco impacto en las actitudes. Por lo tanto, estimular a los alumnos a pensar reflexivamente acerca de las interrelaciones entre sus valores, actitudes e intenciones puede ayudarlos a fortalecer su claridad de propósito en la lectura.
Las metas, el segundo de los “conceptos latentes”, son los resultados deseados por una persona. Las personas crean sus metas personales por una variedad de razones, incluyendo sus propios valores y los objetivos sugeridos por otros. La actitud hacia la lectura se vuelve más favorable si se percibe que la lectura acerca a los lectores a sus propias metas personales.
Otro “concepto latente” es el concepto sobre uno mismo lo que constituye conceptualizaciones y evaluaciones del yo, ya sea presente o futuro. Tanto el concepto del yo presente, como el futuro ejerce una influencia destacada en las actitudes de los lectores hacia la lectura.

El modelo de la influencia de la actitud en la lectura ( figura 1)

Una teoría es la explicación de un fenómeno, mientras que un modelo funciona como representación de la teoría. El modelo generalmente es estático y representa una instantánea, un momento durante un proceso dinámico.
El modelo que se presenta en este trabajo integra los componentes explicados anteriormente e incorpora vías de retroalimentación. Las conexiones entre influencia y retroalimentación representa sólo la dinámica principal del proceso actitud-lectura. El modelo no puede ilustrar todas las posibles vías de influencias de los procesos psicológicos, tampoco están explicitadas las actitudes hacia otros temas que no sean la lectura. Las distintas vías de retroalimentación agregan un carácter cíclico y dinámico al modelo.
Los “conceptos latentes” y las comunicaciones persuasivas influyen en la actitud hacia la lectura, la actitud influye en la intención y ésta en la lectura. La lectura induce ideas, sentimientos y emociones internas. Para perpetuar el ciclo, la satisfacción ante las ideas, sentimientos y estados emocionales que resultan de la lectura proporcionan una retroalimentación que influyen la actitud inicial hacia la lectura.
Los sentimientos específicos ( ángulo superior derecho)  que resultan de la lectura afectan el estado emocional interno, pueden promover  en el acto de leer el buen ánimo o engendrar sentimientos desfavorables hacia la lectura. Si el lector experimenta conceptos  positivos de sí mismo y la aceptación de los motivadores externos pueden favorecer estados emocionales positivos durante la lectura o viceversa. Tanto los sentimientos específicos como los estados emocionales internos contribuyen a la satisfacción del lector, en quien la lectura despierta la afectividad.
Las ideas que resultan de la lectura permiten al lector sus “conceptos latentes”. Si los más estimados se ven fortalecidos, se espera que la actitud hacia la lectura avance en dirección positiva.

Alcances del modelo

El nuevo modelo tiene consecuencias tanto para la investigación como para la enseñanza. Este alcance práctico del modelo incluye el uso de la comunicación persuasiva para inducir actitudes y conceptos básicos que fomenten la lectura aplicando con juicio los motivadores externos y que asimismo favorezcan la aparición de ideas y sentimientos gratificantes como consecuencia de la lectura. La validez pragmática del modelo puede determinarse por su aplicabilidad en el aula, desde este enfoque se pueden realizar sugerencias que impliquen mejorar la relación de los alumnos con la lectura.

1-         Estimular los “conceptos latentes” que sustentan la actitud hacia la lectura.
     Los docentes pueden ayudar a los alumnos a adquirir valores y metas personales, como
     así también conceptos de sí mismo que los lleven a asumir actitudes positivas respecto de
     la lectura.
2-         Los docentes aplicarán distintos recursos para persuadir a sus alumnos a leer textos de distintos géneros y contenidos.
      Los dos enfoques son apelar a los sentimientos de los alumnos por vías periférica y apelar
      a sus procesos de pensamiento crítico por la vía central.
3-         Generar entornos y normas de lectura en el aula que favorezcan la lectura.
      Los entornos incluyen bibliotecas bien provistas en el aula, carteleras de noticias sobre
      los libros, promover el debate de las lecturas realizadas, etc.
4-         Regular al mínimo los incentivos externos para la lectura.
      Los docentes que reducen al mínimo el incentivo externo generan en el alumno la
      creencia de que la fuente de energía e intención de leer está en él mismo.
5-         Seleccionar materiales de lectura que estimulen ideas y sentimientos  satisfactorios.
      La satisfacción ante los sentimientos e ideas provocados por la lectura influye en la
      actitud porque genera círculos de retroalimentación. También es conveniente dejar
      espacios para que el alumno elija libremente sus lecturas.
6-         Promover la lectura asidua.
      La lectura interesante y continua rompe con la barrera inicial a emprender la lectura y
      formar hábitos deseables. Se debe leer con frecuencia en el aula y es importante
      incentivar al alumno a que lea en casa también respetando sus propios ritmos de lectura.


7-         Guiar a los alumnos a leer textos de dificultad adecuada.
     Si los alumnos tienen grandes dificultades para comprender el significado del texto, se
     producirá insatisfacción y por último aparecerán actitudes negativas hacia la lectura. Un
     ritmo relajado  puede aumentar la cantidad de lectura, mejorar la disposición y conducir a
     un progreso mejor que el forzar a los alumnos a una lectura lenta con un texto difícil.
     También implica que la adquisición de vocabulario y la asimilación de ideas y habilidades
     específicas previas a la asignación de  la lectura deberá realizarse con cuidado.
8-         Fomentar que los alumnos desarrollen las habilidades que requiere una lectura exitosa. La reconstrucción exitosa del significado es un requisito previo para que la lectura produzca satisfacción. La enseñanza de las habilidades que conllevan a la comprensión lectora es importante que se desarrolle en las sesiones de lectura y no es conveniente que se realicen en forma aislada y fuera de contexto.
9-         Es conveniente tener en cuenta el modelo desde el aprendizaje temprano de la lectura. El modelo implica que los niños adquieren “conceptos latentes” en pro de la lectura gracias a la comunicación persuasiva de padres y maestros ( central y periférica). Si las experiencias tempranas con las lecturas son satisfactorias afectiva y cognitivamente, los niños adquirirán actitudes e intenciones que sustenten más lectura. El placer por la lectura desde temprana edad es fundamental para desarrollar la habilidad de la lectura porque proporciona un elemento básico condicionante de la práctica sostenida. Si el ambiente que rodea al niño le ofrece varios libros, éste tendrá mejores posibilidades de formar intenciones de leer.
10-       Estimular actitudes favorables hacia el contenido temático de los libros.
      Los docentes deben usar distintos enfoques que estimulen las actitudes positivas tanto
      hacia el contenido que se transmite como hacia la lectura del mismo.

Existen varias estrategias que generan entusiasmo en los alumnos y  aportan significatividad al acto de la lectura, por ejemplo, las técnicas de animación a la lectura, la pedagogía de proyectos, la creación de la biblioteca del aula, etc.
Los conceptos surgidos de las investigaciones comprometen a los docentes a reflexionar sobre sus prácticas didácticas. Deberán plantearse críticamente si están acercando a los alumnos  a la formación de actitudes favorables hacia la lectura. Si generan un entorno que incentiven a los alumnos a leer. Si los textos que ha seleccionado promueven emociones, sentimientos e ideas positivas que fomenten el hábito lector. Si  sus estrategias didácticas favorecen el intercambio de lecturas consustanciadas con la sensibilidad de los niños o los adolescentes, desde el simple y  enriquecedor recurso de hablar acerca de las lecturas realizadas.


Bibliografía citada

Ajzen, I. Fishbein, M. (1980) Understanding attitudes and predicting social behavior. Englewood Cliffs, N. J.: Prentice Hall.
Allport, G. H. (1966) Attitudes in the history of social psychology. En: M. Jahoda y N. Warren(eds) Attitudes. Harmondsworth, Middlesex, Inglaterra: Penguin.
Asociación Internacional de Lectura.(1997). Textos en contextos. Los procesos de lectura y escritura. Bs. As., Ed. Lectura y Vida.
Maslow, A.H. (1970) Motivation and personality (2da. ed.) New York: Harper.
Mathewson, G. C. (1985) Toward a comprehensive model of affect in the reading process. En: Singer, H y R. B. Rudell (eds.) Theoretical models and process of reading. ( 3ra. ed.),841-856. Newark, DE: International Reading Association.