Una propuesta desde la semiótica poética

Inés Elena Regueira, Facultad de Filosofía y Letras. UBA; Licenciatura en Inglés. UADE


Uno de los géneros “difíciles” en la escuela es la poesía, pero a su vez presenta la gran ventaja de la aprehensión instantánea a través de los sentidos, variados juegos de interpretación posibles y la posibilidad pedagógica de completar el trabajo en una clase permitiendo la percepción del logro. Además la poesía es siempre actual porque ayuda a construir nuestra imagen del mundo sensible.
Una forma de abordarla (sin pretender agotar los posibles abordajes) y de proponer una estética nueva a los alumnos es la que ofrece la semiótica estructural a través de Greimas, Geninasca y Dorra. Para ello, sin ahondar en teoría podemos tomar la noción de isotopía para analizar el plano del contenido del discurso poético y buscar así la segmentación del poema y las transformaciones que derivan de esas segmentaciones, “La sistematización de los procedimientos de embrague de las isotopías se ofrece a partir de ahora como una tarea concreta de la semiótica narrativa” (Greimas, 1976: 26)
El poema “Inútil Soy” de Alfonsina Storni servirá de ejemplo a esta aproximación.
INÚTIL  SOY

I           1         Por seguir de las cosas el compás,
            A veces quise, en este siglo activo,
            Pensar, luchar, vivir con lo que vivo,
            Ser en el mundo algún tornillo más.

II         5         Pero, atada al ensueño seductor,
            De mi instinto volví al oscuro pozo,
            Pues, como algún insecto perezoso
                       Y voraz, yo nací para el amor.

III                    Inútil soy, pesada, torpe, lenta.
                        10        Mi cuerpo, al sol, tendido, se alimenta
                                  Y  sólo vivo bien en el verano


IV                    Cuando la selva huele y la enroscada
            Serpiente duerme en tierra calcinada;
                        Y la fruta se baja hasta mi mano.
Ser y sentir:
El primer acercamiento al texto se realiza en forma global para integrar los conocimientos previos de los alumnos y construir el sentido global del poema.
La voz del poema declara haber tratado de ajustarse a las convenciones del mundo y no haberlo logrado, porque en ella prevalecieron los instintos. Este yo es femenino y se asocia a la imagen de la Eva del Génesis asociándose a la “serpiente” y la “fruta”. La primera estrofa presenta catacresis con el mundo industrializado y ordenado, donde hay que “seguir el compás” y ser un “tornillo” en el engranaje, mundo en el que los valores están en el “pensar, luchar, vivir con lo que vivo”, y donde no queda lugar para los sueños, la libertad, el goce.
Esta primera estrofa indica como objetos del verbo querer (“A veces quise”) una sucesión de verbos en infinitivo, lo que otorga a la oración una atmósfera de imperativos, y el “ser en el mundo” es así un “deber”.
La segunda estrofa comienza con el conector adversativo “Pero”, que produce un quiebre en el discurso poético para introducir imágenes diferentes de las anteriores: se menciona un instinto que ata al sujeto al “ensueño seductor”; se relaciona al instinto con lo oscuro y lo desconocido que es, al mismo tiempo, apetecible. Se introducen imágenes sensoriales asociadas al placer de comer, al descansar y al amar; imágenes alejadas de —y aún opuestas a— las obligaciones cotidianas (“vivir con lo que vivo”) y la dimensión intelectual y cognitiva (“pensar”). La estrofa concluye con la expresión contundente del sentido de la vida para el sujeto del poema: “yo nací para el amor”. El amor queda así asociado al goce, a lo instintivo y a lo desconocido. Estos dos cuartetos escenifican las dos visiones del mundo que se oponen en el discurso del poema.
De acuerdo a la estructura tradicional de los sonetos, el pensamiento elaborado en los cuartetos tendrá un desarrollo en los dos tercetos que continúan. La tercera estrofa describe al yo poético como inútil, pesada, torpe y lenta, características que la sociedad rechaza. El segundo terceto describe al verano como un lugar selvático que, por  lo tanto, podemos suponer que crece sin guía, sin orden. En ese ambiente está la serpiente, imagen del deseo pero esta imagen tradicionalmente representada por la fruta sufre aquí una modificación, ésta no atrae al sujeto sino que se le ofrece y “se baja” hasta su mano.
En este sentido podemos sugerir que para el sujeto del poema ser-en-el-mundo es sentir y disfrutar de los sentidos, esta forma de ser no corresponde al deber ni a las obligaciones, se conecta con lo instintivamente placentero y natural.
Segmentación del poema
El  intento de segmentación a continuación tiene en cuenta la propuesta de Geninasca (1976: 64): “la fragmentación en estrofas y en grupos de estrofas sólo es funcional si se corresponde con el establecimiento de secuencias isotópicas, cuyos límites pueden o no corresponderse con las pausas sintácticas”.
Se tomará en cuenta una partición binaria entre Parte A (los dos cuartetos) y Parte B (los dos tercetos). Dentro de A, se llamará a1 al primer cuarteto y a2 al segundo cuarteto.
a1 como ya se ha destacado, describe el intento del sujeto para adaptarse al mundo activo. La aliteración de sonido /k/ podría representar el sonido de un tornillo al ajustarse. Encontramos verbos del pensar y actuar, relacionados con el ser-en-el-mundo como parte de un engranaje. Corresponde a la cabeza del poema y de la persona. En este lugar se piensa y se vive en el mundo activo, masculino. Es el lugar de la máquina, donde se puede ser un tornillo necesario para que la máquina actúe con eficiencia.
El sujeto de a1 se presenta separado del mundo al que intenta pertenecer, intentó ser un “tornillo más” y no lo logró, lo que queda implícito en su formulación de la frase “A veces quise”. Pretendió vivir con lo que es en un mundo que le resulta extraño. Las figuras del mundo en la primer parte corresponden al mundo del trabajo, “en este siglo activo”, ser “algún tornillo más”.
a2 relata cómo el sujeto, ante el fracaso de su incorporación al mundo activo, retorna a lo instintivo como al útero materno (“volví al oscuro pozo”) y encuentra allí su razón de ser: “Yo nací para el amor”. Este segundo cuarteto refiere al pecho, al centro del cuerpo, lugar donde se experimentan los instintos, el estómago (“Y voraz...”) donde se siente el hambre y la necesidad de devorar. Es un lugar oscuro y desconocido, es también el centro de los deseos y del placer.
En a2 comienza la aliteración del sonido /s/ que puede indicar descanso, sueño y que tiene su correlato semántico en “ensueño seductor”. También difiere con a1 en que comienza la isotopía animal, que así como la aliteración de /s/, continuará en la Parte B. Ahora las figuras que se presentan son ensueño, pozo, insecto, amor, todas relacionadas con lo pasional y no con el mundo del trabajo, aquí no se trata de ser uno más, en este mundo el Yo está presente en su individualidad, es un Yo que se reconoce perezoso, voraz y nacido para el amor.
Tanto en a1 como en a2 el tiempo verbal que se utiliza es el pasado (“quise”, “volví”, “nací”). Esto indicaría los intentos fallidos de adaptarse al mundo activo y la resolución de volver a lo instintivo, para preparar así un cambio de espacio y temporalidad que se dará en la Parte B.
La Parte B, se divide a su vez en b1 (1º terceto) y b2 (2º terceto). En esta parte el tiempo verbal es el Presente (“soy”, “se alimenta”, “vivo”, “huele”, “duerme” y “se baja”). El sujeto ya aceptó su naturaleza pasional e instintiva y vive en ella. Continúa la aliteración del sonido /s/ indicando descanso. Las figuras del mundo en la Parte B corresponden a las isotopías de la naturaleza (cuerpo, verano, selva, serpiente, tierra, fruta) y cósmica (sol). En este espacio natural y selvático de la segunda parte del poema, el sujeto femenino está cómodo y se siente aceptado con sus características que son negativas en el primer espacio. La Parte B cobra sentido desde la sensibilidad, aprehensión impresiva. ([1]Imboden, 2003:347)
b1 que corresponde al primer terceto describe a las piernas extendidas  y en reposo, el sujeto se reconoce inútil para el trabajo, pesado y lento y sólo vive bien en el verano cuando el calor del sol lo conforta y alimenta. b2 menciona explícitamente a la mano que también extendida recibe la fruta, y se asocia a la serpiente del paraíso que disfruta de los frutos servidos.
Esta posible segmentación establece relaciones jerárquicas de las unidades discursivas, la Parte A más extensa que la Parte B, y ambas a su vez, se subdividen en unidades complementarias entre sí. Los pasos de una unidad a la otra indicarían las transformaciones del sujeto. Además, la regularidad rítmica de la Parte A, se vería alterada por el 1º verso de la  Parte B  con cinco acentos (“Inútil soy, pesada, torpe, lenta.”), y este segmento del poema cerraría con un verso de 3 acentos que acompaña la idea de reposo (“Y la fruta se baja hasta mi mano”), o sea que la Parte B comienza y cierra con ritmo irregular. Estos versos corresponden a los versos límites, subclase 1, en la categoría de Geninasca, versos exteriores de cada terceto, versos 9 y 14. (1976: 70). Esta característica  del poema analizado de abrir y cerrar la Parte B  con acentuación irregular indica que hay información importante en esos versos, “Se observará que a menudo, en los textos-ocurrencia, los versos posicionalmente «fuertes» son también los pertinentes para la comprensión del poema”, (Geninasca, 1976: 72). Así las características del sujeto, inútil, pesado y lento estarían satisfechas con la fruta que se baja hasta su mano, no requiriendo de ningún esfuerzo.
También permitiría esta segmentación la organización temporal. Las dos primeras estrofas utilizan el tiempo verbal pasado: “quise”, “volví” y “nací”. La Parte B utiliza el presente: “se alimenta”, “vivo”, “huele”, “duerme” y “se baja”. Por lo tanto, habría una jerarquía temporal, su pasado intento de adaptarse al mundo, luego su vuelta al instinto, y ahora en el presente su situación actual de goce en el instinto. Estas unidades marcan la transformación del sujeto extendida en el tiempo. Siguiendo a Raúl Dorra en “El tiempo en el texto” (2003: 206), “se trata en realidad de un triple presente (presente-futuro, presente-presente y presente-pasado)”. El yo poético ve desde su presente el pasado como “memoria” con sus vanos intentos de adaptación al mundo activo, y el presente como “visión” y “expectación” de su futuro que ya ha decidido que sea guiado por el instinto.
La segmentación del poema en A y B permite ver al yo poético en su lucha contra la imposición social de incorporarse a un mundo al que no pertenece desoyendo su naturaleza. Este sujeto realiza un vano intento y, ante el fracaso, vuelve a su naturaleza, pero, como señala b1, con un sentimiento de negación ante su incapacidad de integrarse al mundo activo, siente frustración por no lograr “ser como debe ser” y se autodefine como inútil, siendo que la utilidad es un valor para ese mundo al que no logra integrarse. Finalmente, en b2 el sujeto se acepta sin culpa y disfruta de los goces que su naturaleza le otorga.
Transformaciones a lo largo del poema
El sujeto de la Parte A está incómodo, trata de esforzarse para ser parte de ese espacio, mientras que en la Parte B el sujeto no tiene que realizar ningún esfuerzo, el último verso señala que no necesita trabajar para comer, “la fruta se baja hasta mi mano”. Este sujeto pasó de la lucha a la comodidad y el placer.
El sujeto de la Parte a1 no se define en género, reconocemos un sujeto masculino en la noción patriarcal del orden y el deber ser y se observa que los sustantivos que nombran cosas del mundo son masculinos: compás, siglo, mundo, tornillo, exceptuando “cosas”, pero siendo esta una noción tan abstracta y abarcativa, incluye objetos del mundo en general. El sujeto de la Parte a2 se reconoce femenino (“atada”), y aparece por primera vez en forma explícita: “yo nací para el amor”. Aquí se produjo una transformación de un sujeto que trató de ignorar su sexo, por otro que lo reconoce, lo acepta y lo disfruta.
Las partes b1 y b2, muestran también una transformación del sujeto quien en b1 se lamenta de ser pesado, torpe y lento y el sujeto en b2 donde el yo poético ya vive y se acomodó a su espacio al que aprovecha para el goce (“Y la fruta se baja hasta mi mano”).
Conclusión
Tomando las palabras de Greimas (1971: 13), “Con conocimiento de causa proponemos considerar la percepción como el lugar no lingüístico en que se sitúa la aprehensión de la significación.” Y aquí podemos decir que el poema analizado requiere ser aprehendido desde la percepción para alcanzar la complejidad de sentidos que posee.
Alfonsina es una poeta de los sentidos, su poesía es aprehendida a través de ellos y este es el mundo donde se siente cómoda y en el cual es capaz de crear, de vivir para el amor y de construir ensueños seductores para sus lectores.
Rita Imboden explica que para entrar en diálogo con un poema se desarrolla “un trabajo constructivo- cognitivo- que desembocaría en una súbita revelación; revelación que, en el caso de un poema, podría darse a modo de visión simultánea de las relaciones entre sonido, disposición gráfica y sentido.” ((2)2003:27/28),
La puesta en práctica de las estrategias semióticas indicadas pueden lograr hacer de la lectura de este poema de Alfonsina Storni un viaje de descubrimiento sumamente placentero y enriquecedor.


Bibliografía

Dorra, R. “El tiempo en el texto” en Con el afán de la página. Córdoba: Alción Editora, pp. 203-229, 2003

Geninasca, J. “Fragmentación convencional y significación en Greimas, A. J. (ed.) Ensayos de  Semiótica Poética, Barcelona: Editorial Planeta, 1976

Greimas, A. J. Semántica estructural, Madrid: Editorial Gredos, 1971

Greimas, A.J. Ensayos de Semiótica Poética, Barcelona: Editorial Planeta, 1976

Imboden, R. “Interpretación y Sentido(s)” en Versants 44-45, pp.333-356, 2003 (1)

Imboden, R. ‹La estética y lo sagrado.”Entrada en materia”de Octavio Paz› en Tópicos del Seminario, nº 9. enero-junio, pp 25-60, 2003 (2)

Storni, A. Alfonsina Storni. Poesías. 50º Aniversario. Buenos Aires: S.E.L.A, 1988